miércoles, 23 de noviembre de 2016

Intervención en emergencias y catástrofes con personas con TEA

Se escribe este brevísimo texto con la sana intención de introducir –y por lo tanto orientar- al lector en la intervención con personas TEA, que a día de hoy incluye de nuevo al síndrome de Asperger de forma categorial. Lo primero que debemos saber es que sus estilos de afrontamiento en el mundo son diferentes de los presentados por el grupo normativo, esto es, la llamada gente normal.

Las áreas afectadas que estas personas presentan –o pueden presentar- dentro de su cuadro vivencial son las siguientes: una baja capacidad del acto comunicativo, bajas relaciones sociales (pocos amigos), baja flexibilidad cognitiva y conductual (no les gustan los cambios), diversas regulaciones emocionales y sensoriales, baja coordinación motora, inseguridad en situaciones sociales, seguridad en las rutinas, fragilidad ante los cambios, pensamiento visual en vez del clásico verbal, poca memoria de trabajo, analfabetismo emocional (alexitimia), umbral del dolor alto, manierismos, estereotipias, ecolalias, literalidad, pedantería, largas pausas al comunicarse, disemia, presentan dificultades para percibir estar en shock y comunicarlo al interviniente –síntoma- y aparentan estar empantanados –signo- en el emplazamiento, por último hay dicotomización en las verbalizaciones (responder al entorno si/no, blanco/negro, bueno/malo sin presentar grados intermedios).

Hay que tener en cuenta que, desde su punto de vista, a ellos no les pasa nada ni son raros ni diferentes al resto de los humanos.

Los retos más comunes a superar, en la intervención con personas que presenten cualquier cuadro sintomatológico TEA, son: la falta de empatía, los normales les prejuzgamos, los escuchamos y ellos parecen no escucharnos, su pragmática del lenguaje está alterada y no entienden cuando un comentario va con segundas así que debemos tener cuidado con las ironías, tenemos dificultades en apoyar, escuchar y orientar, presentan conductas atípicas, anodinas o esperpénticas, el uso del lenguaje es monótono y artificioso, aparentan no necesitar ayuda, hablar mucho y además
rápido, si gesticulamos mucho les molesta, no respetar las certezas de su mundo, si usamos analogías y en concreto las metáforas se quedarán con la literalidad y no con lo representado, al tocarles se alejan con movimientos algo maquinales, etc.

Para finalizar, ni todos los síntomas ni todos los signos son presentados por la persona TEA. Personas normales presentan algunos signos/síntomas de los aquí citados y están ubicadas en todos los niveles de nuestra sociedad.


Manuel Villadangos F.  

Psicólogo de emergencias - Asociación ASINPEC

Para más información contactar mediante el correo electrónico: info@asinpec.org

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