Se escribe este brevísimo texto
con la sana intención de introducir –y por lo tanto orientar- al lector en la
intervención con personas TEA, que a día de hoy incluye de nuevo al síndrome de
Asperger de forma categorial. Lo primero que debemos saber es que sus estilos
de afrontamiento en el mundo son diferentes de los presentados por el grupo
normativo, esto es, la llamada gente
normal.
Las áreas afectadas que estas
personas presentan –o pueden presentar- dentro de su cuadro vivencial son las
siguientes: una baja capacidad del acto comunicativo, bajas relaciones sociales
(pocos amigos), baja flexibilidad cognitiva y conductual (no les gustan los
cambios), diversas regulaciones emocionales y sensoriales, baja coordinación
motora, inseguridad en situaciones sociales, seguridad en las rutinas,
fragilidad ante los cambios, pensamiento visual en vez del clásico verbal, poca
memoria de trabajo, analfabetismo emocional (alexitimia), umbral del dolor alto,
manierismos, estereotipias, ecolalias, literalidad, pedantería, largas pausas
al comunicarse, disemia, presentan dificultades para percibir estar en shock y
comunicarlo al interviniente –síntoma- y aparentan estar empantanados –signo-
en el emplazamiento, por último hay dicotomización en las verbalizaciones (responder
al entorno si/no, blanco/negro, bueno/malo sin presentar grados intermedios).
Hay que tener en cuenta que, desde
su punto de vista, a ellos no les pasa nada ni son raros ni diferentes al resto
de los humanos.
Los retos más comunes a superar, en la intervención con personas que presenten cualquier cuadro sintomatológico
TEA, son: la falta de empatía, los normales les
prejuzgamos, los escuchamos y ellos parecen no escucharnos, su pragmática del
lenguaje está alterada y no entienden cuando un comentario va con segundas así que debemos tener cuidado con las ironías, tenemos dificultades en apoyar,
escuchar y orientar, presentan conductas atípicas, anodinas o esperpénticas, el
uso del lenguaje es monótono y artificioso, aparentan no necesitar ayuda,
hablar mucho y además
rápido, si gesticulamos mucho les molesta, no respetar
las certezas de su mundo, si usamos analogías y en concreto las metáforas se
quedarán con la literalidad y no con lo representado, al tocarles se alejan con
movimientos algo maquinales, etc.
Para finalizar, ni todos los
síntomas ni todos los signos son presentados por la persona TEA. Personas normales presentan algunos
signos/síntomas de los aquí citados y están ubicadas en todos los niveles de
nuestra sociedad.
Manuel Villadangos F.
Psicólogo de emergencias - Asociación
ASINPEC
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mediante el correo electrónico: info@asinpec.org